miércoles, 30 de marzo de 2011

La respuesta más difícil ó La incógnita

Siempre había creído que la felicidad estaba a la vuelta de la esquina. Entonces se pasaba los días doblando las calles, cruzando esquinas, buscando, esperando.

Terminaba su día, paraba a tomar café, llegaba a su casa y se sacaba los zapatos. Los pies le dolían porque las suelas estaban gastadas y húmedas, con olor a moho y ajadas.

Todos los días salía a la calle a buscar la felicidad a la vuelta de las esquinas, esperando.

Su madre siempre le dijo que las cosas nunca salen como se espera y que para qué buscar, si al fin y al cabo uno nunca logra ser feliz.

Su amiga Lucía decía que en un gran amor se encontraba la felicidad. Abril creía que la felicidad era poder realizarse en la vida con el trabajo soñado, tener una linda casa, un auto lujoso y viajar por el mundo y hacerse budista. Entre su lista también figuraba comer sano y revolcarse con hombres que no quisieran compromiso y cosas raras.

Eugenia, que no podía tener hijos y hacía 10 años que estaba casada, creía que la felicidad plena solo llegaría si pudiera tener hijos con Claudio, su marido.

Entonces Inés, que pasaba sus días pensando en qué podría ser la felicidad para ella, seguía doblando esquinas, cruzando calles y avenidas y plazas y cafés y zapatos gastados y flores marchitas y tiempo que se escurría.

Ella, a diferencia de sus amigas, había vivido siempre bajo el ala materna y pocas veces había estado con un hombre, jamás había tenido un orgasmo y solo iba de su casa (prolijamente ordenada y limpia) al trabajo.

Tantas esquinas dobló, que casi sin darse cuenta la vida se le fue escapando.

Abril solo vivía para los negocios, viajaba solo por razones laborales, se hizo varias cirugías y ya casi no se veían.

Lucía se juntó con un tipo, que lejos de ser un amor real, la golpeaba todo el tiempo y terminó en terapia intensiva.

Eugenia contrajo cáncer de útero y murió al poco tiempo sin lograr ser madre.

E Inés, pobre Inés, siguió gastando mas suelas y desperdiciando su vida en busca de la felicidad.

2 comentarios:

gastmun dijo...

Me gusto tu relato, ese gusto amargo en la literatura me atrapa(pregunta aparte, ¿alguien no se fue a España y por esas casualidades de la vida compro los cuentos completos de Amy Hempel y planeaba regalarselo a un desconocido como yo?)

La hija de la Lagrima dijo...

Gastmun: Ese cuento lo escribí un día en q estaba dibujando y vino asi, de la nada. Gracias!

Y la verdad es q si me cruzo con esa persona q haya ido a España y traido los cuentos de Amy Hempel, me lo quedo yo!!! jajaja

Beso