Los adoquines resbalaban, debido a la lluvia torrencial que se había desatado la semana pasada. Sus zapatos estaban empapados (otro par tirado a la basura) y se le hacía difícil llegar…llegar, no importaba donde. Sino a ¨algun lado¨.
Cruzó la avenida sin mirar, con una especie de hipnosis mental y las puteadas de los automovilistas.
El dolor le resultaba insoportable, los pasos cada vez mas difíciles y su recuerdo eran cuchilladas punzantes en todo su ser. Debajo de su sobretodo (mojado) estaba su ropa ( también mojada ) su dolor, su recuerdo, su tristeza.
Recordó Paris, Viena, su sonrisa, sus manos de artista y se puso a llorar. Ahora no tenía que llorar, ahora ya había perdido todo, ahora, decía su madre tenía que mirar hacia el futuro…futuro? De qué futuro me hablás si vos nunca quisiste a Horacio, mamá? Además ella no sabía ¨ese¨ detalle. Nadie entendía su pena, ni sus lágrimas, ni porqué estaba mojada ese día, a esa hora, ni porqué se había desecho de ¨eso¨ y del porqué había tomado esa decisión.
Paula se detuvo en un supermercado, compró vodka y se fue a su casa.
Ahí seguían las fotos de París, de Viena, Roma, Dublín…mas cuchilladas para su cuerpo, cuando el médico fue lo suficientemente claro con que nada de bebidas alcohólicas. Ya no. Pero ahora sí.
Luego de esa botella se vinieron otras dos, mientras Paula buscaba papel y trataba de escribir una carta que jamás llegaría a leer Horacio. Contándole de donde venia y porque había decidido hacerse un aborto.
Las letras se le entreveraban y el papel tenía manchones de lagrimas y mocos . Todos los años hermosos que habían compartido juntos, los proyectos, las promesas, los sueños y todo le era arrebatado por un capricho del destino.
Horacio había muerto en un accidente hacía un mes y un mes antes se había alegrado tanto con Paula con la maravillosa noticia de que iban a ser padres. Y ahora ella que ya no tenía sueños, ni promesas, ni proyectos había decidido sacarse a su hijo porque ya no le importaba nada, ni siquiera su vida de depresión, tristeza y ropa mojada y aborto.
Así que siguió tomando vodka, sus dolores se iban atenuando debido al mareo, las letras, las fotos eran montones de lagrimas y mocos resfregados y la hemorragia era imparable.
Trató de ir a la cama pero las puntadas eran tan fuertes que se desmayó antes de llegar. En sueños le pareció ver a Horacio y al bebé en la plaza de Saint-Cloud. Todo hubiera sido tan hermoso…
Su cuerpo tendido en el piso era un charco de sangre y olor a podrido. Había dejado de llover. Una lástima, ya se le hubieran secado los zapatos.
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